domingo, 23 de noviembre de 2008

Langreo, Asturias

En el sobre, recordando 5 horas de oscura carretera.

El paseo del hotel al teatro.

El ángel de los cómicos.

Marta también estaba allí.

Concentrándose en los camerinos.

Conducir de noche es lo que tiene.


jueves, 6 de noviembre de 2008

Lovesynch


Hijo mío, mi predilecto y bien amado
Comparte tus lágrimas con tu madre;
Querido hijo, así como siempre te he llevado en mi corazón
Y siempre te he servido lealmente,
Habla con tu madre para tenerla contenta,
Así liberarás mi espíritu herido.

Lamentación de los Cantos Tysagóra
Górecki, Sinfonía Nº3, Op. 36, 1er movimiento

Festival de Otoño


Última representación

A parlar d'ira. a ragionar di morte
Rime: CCCXXXII

Los dioses
de esta primavera
no me han sido propicios
y cuidadosamente lo maldigo, madre
oscura, blasfemia, madre de la plegaria.

Han dispuesto sus negros artilugios
encima del tablado.
La representación comienza,
pero sólo un final se representa.

Al centro de la escena, un hombre
o figura de un hombre
de cenicientos pómulos ostenta
una pesada cornamenta.
Con cada uno de los cuernos
hace beber sucios detritos líquidos
a su exánime estirpe.

Excremental el hombre.
Nada
con él ni en él podría
crecer, multiplicarse.

Ni aún el llanto.
Poblad la tierra.
Oh, dioses,
error sin fin, sin fondo, de este sueño.

Hacia las candilejas, deslumbrada,
una mujer desnuda abre
sus claros ojos ciegos a la nada.

Va a caer el telón.
La sombra
va a caer otra vez sobre la sombra.

Aplaudo solo, en la sala repleta
de espectadores muertos.

(José Ángel Valente, Mandorla)

lunes, 29 de septiembre de 2008

Ariadna, Ariadna

John William Waterhouse, Ariadne

¿Nubes serán pendientes hacia frondas
que yo soñase, cómplice dormido?
Despierto voy por cúmulos de olvido
Que resucitan de sus muertas ondas.
¿Adónde me aventuro? Veo mondas
Algunas ramas y colmado el nido,
Y no sé si de Octubre me despido,
O algún Abril me envuelve con sus rondas.
Por tí me esfuerzo, forma de ese mundo
Posible en la palabra que lo alumbre,
Rica de caos sin cesar fecundo.
¿No habré de merecer, si aún vacilo,
la penumbra de un rayo o su vislumbre?
Ariadna, Ariadna, por favor, tu hilo.


Jorge Guillén


Enviado por J. A. L. E.

martes, 16 de septiembre de 2008

Romance del prisionero

















Que por mayo era, por mayo,
cuando hace la calor,
cuando los trigos encañan
y están los campos en flor,
cuando canta la calandria
y responde el ruiseñor,
cuando los enamorados
van a servir al amor;
sino yo, triste, cuitado,
que vivo en esta prisión;
que ni sé cuándo es de día
ni cuándo las noches son,
sino por una avecilla
que me cantaba al albor.
Matómela un ballestero;
déle Dios mal galardón.

(Anónimo, s. XV)