jueves, 12 de junio de 2008

O como lo siente ella


Incendios


Con el coagulo de la infancia marcado en la garganta

la rosa para siempre roja atravesada por el filo del cuchillo.

Incendio.

Romper el hilo del odio,

hilo infinito remontado al odio hasta ser roto

en el amor trascendido a tus enemigos,

que en verdad son tus hijos, tu madre, tú.

Testigo para quien quiera hacer el camino.

Transcurso, viaje que conduce al reconocimiento de nuestra ignorancia.

Incendio.

Dolor, muerte y vida, tortura y violación,

silencio para reconocernos desnudos en Amor.

Cubrirse: acto necesario para el que todavía ama en circunstancia.

Relaja las manos sobre las rodillas el que ama,

no las necesita para sujetar el frágil techo protector.

Amor trascendido ama sin techo.

Cubrirse: acto innecesario

Amor del que así ama protege a los demás, que son los enemigos, los hijos, la madre, yo.

Hacer el camino con alfileres en las uñas incrustados

y una dulce canción para no olvidar quién somos,

eco de la esperanza para los corazones piedra.

Incendio.

Canto universal al amor.

Dolor.

Dolor supremo.

Silencio.

Amor.

r. b. b.

martes, 10 de junio de 2008

Incendios en el teatro español


¿Veremos algún día incendios así en nuestra escena?

Explosionará un oceano en nuestras cabezas cuando el amor nos visite de ese modo.

Gracias Wajdi Mouajad.

Gracias Théâtre Abé Carré Cé Carré.

Hoy estamos mucho menos ciegos que ayer.

Hoy vemos todas las esquinas de la casa.

Duele tanta belleza, tanta verdad.

Como duelen los mejores besos

y las más sabias lecciones.

¡Que arda el teatro!

martes, 22 de abril de 2008

Duelo por el teatro

Ignoramos qué valor tendrán en el futuro los esfuerzos que hoy sabemos importantes. Quizá las efemérides del presente año nos recuerden la hazaña primaveral de un cómico camino de Eurovisión –hay quien ya quiere ponerle calles-, los premios internacionales, cuando no los millonarios, o la visita de cierta banda que regresó para los festivales del estío.

Si dependiera de nuestra nostalgia, Abril de 2008 figuraría en los calendarios como un mes aciago para la cultura española: el mes en que la Sala Ítaca nos dijo adiós. E igual que se celebran aniversarios de los Mayos españoles contra la invasión francesa y de los Mayos franceses contra la Europa que irrevocablemente terminó siendo, nosotros pasearíamos por la calle Canarias los 27 de todos los Abriles para recordar con melancolía: “Aquí, aquí lucharon unos señores por un espacio crítico; aquí se intentó forjar cierta independencia…”

Pero, en tanto rehuimos de la nostalgia, esto no dependerá de nosotros; porque lo que nos ocupa decir alto y claro, aquí y ahora, es que el cierre de la Sala Ítaca resulta inadmisible y que sólo debiera producirnos malestar y vergüenza a todos aquellos que amamos incondicionalmente el teatro.

Desde su creación en el 2003, los responsables de la sala nos han ofrecido una serie de montajes memorables, altamente valorados por la crítica teatral, incluido el que recordaremos como el adiós más bello –la única justicia-: Kampillo o el corazón de las piedras, obra en la que confluyen todas las propuestas anteriores y donde la consecución de un verdadero humanismo, de raigambre cervantina, sitúa a Solo y Cía en un lugar excepcional dentro del teatro de creación propia en nuestro país.

Acompañando a la ética de sus espectáculos la ética como responsables de un espacio de creación, Ítaca ha apostado de forma constante por el teatro, el cine, la poesía, la música y la pintura. Con razón –y derecho- cita Pepe Ortega la máxima de José Hierro: “hay que hablar del dolor del otro y no del propio”, en tanto raro habrá sido el mes en el que jóvenes y prometedoras compañías no hayan podido poner a prueba su trabajo; las tres ediciones del Ciclo de Nuevos Directores o los exitosos estrenos de autores nóveles como Manuel Burque o Javier de Dios están ahí para demostrarlo.

Con idéntica fuerza, toda una serie de reconocidos profesionales han defendido sus propuestas al margen de las estrechas vías comerciales: directores como Andrés Lima o Ernesto Caballero, autores de la categoría de José Sanchis Sinisterra, Fermín Cabal, José Ramón Fernández o Fernando Arrabal –que apadrinó en la misma sala el reestreno de su clásico El arquitecto y el emperador de Asiria-, compañías -Ron Lalá, Geografías- o actores -Ernesto Arias, Luis Bermejo- que decidieron pegar el salto a la dirección… todos ellos pisaron el tablado itacense, y no de cualquier manera. Los responsables de la sala pueden sentirse orgullosos de que sus invitados gozaran siempre de las más óptimas y favorables condiciones técnicas y humanas de trabajo.
Pepe Ortega, María José Sarrate y Giovanni Holguín lograron crear un equipo, una de esas proezas con las que el entorno cultural y artístico debería congratularse; con la ayuda inestimable de Víctor Cadenas, Laura Villarocha y Paz Ayuso, entre otros, han procurado que cualquier compañía invitada pudiera dejar tranquilamente en sus manos cuestiones de taquilla, funcionamiento de sala e iluminación, “minucias” sin las cuales un espectáculo jamás podría alcanzar los objetivos para los que fue diseñado.

El cierre de Ítaca no supone la desaparición de una “ratonera” más –como pensarán algunos suspicaces- mientras otras “ratoneras” se frotan las manos por tocar a una mayor parte del pastel. No, tampoco las argumentaciones en torno a las leyes del mercado nos harán olvidar que, en esto, como en todo, alguien ha de asumir responsabilidades.

Ya es norma y costumbre insostenible que detrás de determinados problemas económicos sólo pueda extenderse la resignación y el silencio. Por lo tanto, en honor de nuestro teatro, de las iniciativas genuinas y verdaderamente personales, alguien debería respondernos: ¿Por qué una sala que no hacía más que prosperar carecía de la adecuada subvención? ¿Por qué tantísimo dinero de las arcas públicas se destina a noches –cheques- en blanco y semejantes glorias de un día mientras los verdaderos focos de creación se ven obligados a echar el cierre? ¿En qué luna, en qué otoño van a estrenar propuestas independientes como las arriba mencionadas?

Pocos teatros existirían en este país si no fuera por la todopoderosa ayuda, por lo que los medios culturales y la profesión teatral no deberían dejar pasar este acontecimiento sin preguntarse antes: ¿por qué Ítaca se merecía este castigo? Y sobre todo: ¿hay alguna manera de remediarlo? Porque si la hay… a qué estamos esperando. Salas alternativas se abren en los grandes teatros, curtidos en las salas alternativas florecen algunos de los mejores autores, directores e intérpretes del país, autores, directores e intérpretes que padecerán el fin de Ítaca como una pequeña muerte más, losa pesada que cae para, de nuevo, dificultar la libertad artística y el ímpetu creativo.

Seamos conscientes, por lo tanto, de que echamos el cierre a un capítulo de la (intra)historia del teatro español; y que será el teatro español el que sufra las inclemencias del candado.

Quede dicho, por un adiós digno a Ítaca.

lunes, 24 de marzo de 2008

Generosos anfitriones

Un creador humanista, en perpétua búsqueda del hálito cervantino, no podía ser mal anfitrión... Lo segundo queda expuesto arriba (por más que él lo crea un acto de justicia); lo primero, constátese en su emocionante Kampillo:


sábado, 16 de febrero de 2008

Regresamos

Al Teatro Liberarte, en su Ciclo de Autores Contemporáneos:


Ciertas respuestas a Báthory contra la 613:

Alvaro Tato y Juan Manuel Romero, cara a cara por Pedro Víllora
Crítica en Noticias Teatrales por María Anunciación Fernández Antón
Reportaje en Aullidos (ver también foro)
Opiniones de todo tipo en Atrápalo
Amables consideraciones en el blog Makoworks
Y el relato de una bella espectadora en G minus and the Infinite SadnesS

lunes, 4 de febrero de 2008

Nunca

De nuevo, responde a e. g. a. la voluntad de que este poema, publicado en el diario El País el mismo día que nos despedíamos de la Sala Ítaca, sea nuestro compañero de viaje. Porque el consejero, el escrito y la ocasión así lo merecían, lo leímos en voz alta minutos antes de salir a escena:


¿Hemos de sacrificar a la doncella

en el altar de un dios que reclama su sangre

para confirmar su poder sobre nosotros,

y comprobar que su grandeza

no sufre menoscabo con el paso del tiempo?



Rómpase la grandeza del dios en mil pedazos,

que la lepra corroa la púrpura que cubre

su soberbia figura,

y que su eternidad se reduzca a ceniza.

Y prevalezca la sencilla gracia

de la doncella viva, fugaz, irrepetible,

su sonrisa tan clara,

su alegría

que ella no sabe efímera, y por tanto

es en su ser presente inmortal un instante.

(Ángel González)


lunes, 28 de enero de 2008

Primeras repercusiones

Un Profesor de Lengua y Literatura, tras salir conmocionado el Viernes 18 de Enero de la Sala Ítaca, decide incluir la siguiente pregunta en un control rutinario a sus alumnos:

¿Cuál es la obra más antigua que se conserva del teatro medieval en castellano? (Marque la respuesta correcta)

a) Auto de los Reyes Magos
b) La Celestina
c) Milagros de Nuestra Señora
d) Báthory contra la 613

El Maestro nos informa de que al menos dos de los exámenes corregidos han marcado la respuesta d como correcta.

Sospechamos que con accidentes así es como se entra en la Historia de la Literatura. Así que...

...gracias, Gus.
Y gracias a todos los que nos estáis acompañando estas semanas.
(Ni en sueños tuvimos un tribunal mejor)