martes, 13 de noviembre de 2007

Vimos El Gran Inquisidor de Brook

No porque seáis religiosa, sino porque yo mismo lo he vivido y probado, os diré que semejantes minutos [en que se recuerda el sufrimiento pasado], como la "hierba reseca" se está sediento de fe y se la encuentra precisamente porque en la desventura la verdad se hace más clara. Yo os diré de mí que soy un hijo del siglo, un hijo de la increencia y de la duda y que (lo sé) lo seré hasta la tumba. Qué terribles sufrimientos me ha costado y me cuesta ahora esta sed de fe, la cual es tanto más fuerte en mi alma cuanto más sueño los argumentos contrarios. Y sin embargo, Dios me manda a veces minutos en los que estoy totalmente sereno; en estos minutos yo amo y descubro ser amado por los otros y en esos minutos he buscado en mí mismo el símbolo de la fe, en el cual todo me es querido y sagrado. Este símbolo es muy simple; es éste: creer que no hay nada más bello, más profundo, más simpático, más razonable, más viril y más perfecto que Cristo [...]. Pero no basta; si se me demostrase que Cristo está fuera de la verdad y efectivamente resultase que la verdad está fuera de Cristo, yo preferiría quedar con Cristo más que con la verdad.

(Carta de F. M. Dostoievski a la Sra. Von Vizin, Febrero de 1854)

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